Alicia en el país de las ovejas rosas

abril 9, 2011

 

Capítulo I

Alicia regresa a casa tras su viaje al país de las maravillas

 

 

Alicia abandonó el país de las maravillas y regresó a casa convertida en una hermosísima  joven, que vestía ropa inadecuada para su esbeltez.

Y lo extraño fue  que nadie, ni siquiera sus padres, le advirtió  de su escaso atuendo. No podía cerrar su camisa, ni subir el cierre de su falda,  que se quedaba a la altura de su pelvis. Y los zapatos los había arrojado a un  contenedor de basura porque ni a manera de chanclas podía caminar con ellos.

 

Así que todos estamos pensando ¿qué parecía Alicia cuando regresó a casa? Aquí tenemos una  foto  de  ella,    en  aquellos días, que  sujetaremos a la página para que  podamos imaginar su  aspecto   de entonces.

 

 Así se movía Alicia por su pequeña ciudad, alterando, sin saberlo,  el orden público y mostrando a todos su fantástica personalidad, que despertaba recelos en la inmensa mayoría, pues  temían que  en cualquier momento se desenfrenara en nueva  aventura.

Y así fue. Alicia no permaneció largo tiempo con sus padres porque, su viva imaginación y su insaciable curiosidad la llevaron   hasta la granja de los señores Pitsburs,  convencida de que allí existía un rebaño de ovejas rosas, al que estaba dispuesta a adoptar y  llevar , contando sólo con la suavidad de su voz , hasta un lugar  más propicio para esos seres encantadores.

 

En el próximo capítulo os contaré cómo si inicia la nueva aventura de Alicia, y qué desmanes tiene que sufrir a causa de esa aventura.

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Capítulo II

Alicia y Las Ovejas rosas

 

 

Los señores Pitsburs pertenecían a una de las diez familias católicas del condado, cuyo estilo de vida se ajustaba al fundamentalismo religioso, propio de esa minoritaria comunidad religiosa. Los domingos los dedicaban por completo a la alabanza a dios, decían ellos, y cualquier actividad que supusiera un aliento de alegría mundana habría sido vista como pecado. De modo que, cuando el domingo tercero del mes de abril Alicia apareció en la puerta de los Pitsburs portando, como obsequio de presentación, una apetecible pierna de cerdo asada, el hijo mayor de los Pitsburs que había abierto la puerta, retrocedió unos pasos gritando mamá, para que esta saliera a recibir a la joven desconocida y afrontara la difícil situación. Alicia sólo buscaba la simpatía de los pitsburs para poderles solicitar el permiso a la entrada a la granja, en donde imaginaba ella que estaban las ovejas rosas.

La señora Pitsburs era una mujer de mediana edad, algo descuidada en su vestuario, pero que  infundía una extraña exaltación del ánimo ante su presencia, como si poseyera un gran atractivo, aun cuando no era exactamente hermosa.

Alicia, al verla, también sintió ese vértigo emocional que la mantuvo unos instantes paralizada, y fue la señora atractiva quien pronunció la primera palabra.-”Buenos días, querida. ¿Qué deseas?”- “Venía a presentarme, pues estuve muchos años fuera de aquí, y deseo ir conociendo a todos los vecinos”- “¿Cuál es tu nombre?”- “Alicia, de la familia Ransbors”.-“Bienvenida Alicia. Pasa y deja sobre la mesa eso que traes, que debe pesarte mucho “.

Con estas palabras se inició una deliciosa conversación entre ambas mujeres que las hizo desentenderse del tiempo, hasta que el señor Pitsburs apareció en la sala en donde se encontraban, cuando regresaba de la taberna que visitaba, a escondidas de su familia, para apostar en las carreras de caballo de la ciudad.

Alicia hizo un gesto de sorpresa y se acercó a saludar al recién llegado, y éste frenó su gesto, considerando que podría no gustar a su esposa. Con ese detalle Alicia pensó que las cosas podrían ser más fáciles de lo que había creído pues, por lo que parecía, ella y la señora Pitsburs se iban a entender.

(atentas al próximo capítulo)

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